p. LA PERSONA HUMANA COMO EL CENTRO DEL QUEHACER DE LA JUSTICIA
La persona humana como el centro del quehacer de la justicia
14 August 2013-0
Orlando Camacho Nacenta, Dir. General de México SOS
De acuerdo con la doctrina jurídica tradicional “la justicia es la constante y perpetua voluntad de dar a cada quien lo suyo” (Ulpiano), pero ¿qué debemos entender con esta definición?
¿Existen diferentes “tipos” de justicia?
Sin duda, la naturaleza ofrece solamente una clase de justicia, una justicia causal, en donde, ante determinadas causas surgirán, en correspondencia, determinados efectos, sin cuestionamiento valoral o ético de ningún tipo.
Sin embargo, la justicia social está dotada de espíritu y ética, en tanto que la reflexión intelectual es quien crea leyes -objetivas y universales- que propicien la paz y el bienestar.
De ahí que Justicia, Derecho y Ley, sean conceptos intrínsecamente asociados a la vida colectiva de una Nación.
Todo régimen democrático -que es un régimen que vive en el derecho y que vive el derecho- debe sostenerse, forzosamente, por los contenidos de la justicia y la equidad; en donde la ética sea el origen y fin de la ley, de tal forma que, el Estado, responsable de la provisión de justicia, genere una cultura de la legalidad cuyo fundamento antropológico sea la dignidad de la persona humana.
Es un hecho que la realidad legal no puede ser ajena a la realidad social, si es que se pretende instaurar plenamente el estado de derecho, en una república democrática.
Cuando una sociedad no logra aplicar la justicia a los actos de corrupción, impunidad, delito y violencia, el resentimiento colectivo suele hacerse valer en formas diversas al margen de la ley, es entonces cuando la praxis y la teoría jurídicas, binomio exitoso para la paz, bienestar, confianza y seguridad de una Nación, han fracasado; la ley pierde su carácter directivo y regulador para convertirse en una fuerza coercitiva, dominadora y autoritaria.
Corresponde a la justicia -jurídica y moral- reivindicar los derechos del hombre.
Para alcanzar una impartición de justicia verdadera no se requiere exclusivamente de mejores leyes, sino sumar a ello el tener mejores jueces, mejores legisladores, mejores policías, mejores políticos y mejores ciudadanos.
Aquí se entrelazan la ciencia de los valores y la ética: los valores que nos vinculan, que marcan nuestra relación con la comunidad, la familia, con el otro ser humano.
Y el componente de esa relación debe darse en la esfera de la confianza, del reconocimiento del otro. No podemos ser indolentes o acostumbrarnos a la existencia de condiciones de altísima inequidad.
Todo acto de justicia y toda acción del derecho debe tener por sustento a la justicia y ella tiene como destinatario a la persona. De ahí que es necesario volver a poner el acento en el ser humano.
Cuando comencemos a tratarnos como sujetos y no como objetos nuestro camino será otro; el reconocimiento de ti y de mi, crea un vínculo entre los dos.
El espíritu de la ley está ahí: en la persona y en el vínculo entre las personas.
Así formamos comunidad.
Y soy un convencido de que sí es compatible combatir la inseguridad creando comunidad al mismo tiempo, si y sólo si, se tiene a la persona como eje de toda acción.
Y en comunidad rompemos las barreras para dar y darnos. En estos días, en este foro, damos testimonio de que hemos comenzado a dejar de ser bardas para convertirnos en puentes.
Como ciudadanos debemos aspirar más alto y tomar de una vez por todas el papel protagónico dentro de la sociedad, esa fuerza, que a veces surge de la desgracia pero que nos impulsa a salir de la zona de confort e ir tras la posibilidad de un México mejor, esfuerzo que no pierda de vista que la justicia sólo podrá ser tal cuando en su centro, en el relieve de toda batalla se encuentren la defensa y la promoción del ser humano.
Leave a Reply