tortura. La TORTURA ME MATA SUAVEMENTE
http://www.nepalmonitor.com/2009/11/book_review_the_other_gross_side_bhutan.html
Book Review: The Other Gross Side of Bhutan
Deepak Adhikari reviews Torture Killing Me Softly, a new book by
Bhutanese human rights activist Tek Nath Rizal.
Tek Nath Rizal. Torture Killing Me Softly. Kathmandu: Human Rights
Without Frontiers Nepal & Group for International
Solidarity. September 2009. 197 pages, Price: 450 NRs or 30 US$ .
Deepak Adhikari examina “La Tortura Me Mata Suavemente”, un nuevo libro por el activista butanés de derechos humanos,Tek Nath Rizal.
El libro se puede comprar on line AQUI.
Traducción de Rudy Andria
Los regímenes represivos en todas partes emplean la tortura de presos políticos tanto para extraer informaciones como para reducir a nada el desacuerdo. Del tristemente famoso Abu Ghraib en Iraq a Guantanamo en Cuba, la política contemporánea esta repleta de cámaras de tortura de muchas clases. Es absurdo que un país, que evoca una imagen del paraíso himalayo en la psique Occidental, pueda condescender a tales extrañas prácticas brutales del castigo.
Sí, hablamos del Bhután, y la persona a quien la tortura horrenda fue infligida no es otra que el líder bhutanés de derechos humanos,Tek Nath Rizal. Rizal, un líder refugiado en el exilio durante más de una década, ha hecho una crónica de un cuento horrendo de su vida carcelaria en el Bhután en su nuevo libro “Torture Killing Me Softly” (La Tortura Me Mata Suavemente). En casi doscientas páginas relata su apuro mientras fue golpeado en cárceles bhutanesas durante una década. El aspecto más alarmante del libro — aparte de la tortura de rutina que el estado impone a sus opositores- es el uso de dispositivos de control mental sofisticados por la élite dirigente del Bhután. Encontramos dificil conciliar la imagen de un país pastoral con sus usos de instrumentos de tortura de vanguardia otorgados por la ciencia moderna.
Rizal afirma en el libro que sus torturadores bhutaneses aplicaron en él sonidos de decibelios muy altos y microondas con el fin de desestabilizar su mente, inducir cambios de conducta anómalos y crear disociación. El Doctor Indrajit Rai, un experto de seguridad y miembro de la Asamblea Constituyente del Nepal, en el prólogo al libro, nota que los dispositivos de control mental son usados en prisioneros de guerra. El Doctor Rai declara: “el gobierno bhutanés practicó técnicas de control mental en Rizal como un medio de infligir el dolor físico y mental a fin de destruir su vida. Con el fin de desviarle de su objetivo de luchar por la democracia, el gobierno bhutanés usó estos dispositivos en él y manipuló todos sus pensamientos y sentimientos.”
El libro comienza con la descripción de la belleza escénica del Bhután. Pero pronto, un cuadro de explotación surge bajo la belleza: la gente que es obligada a trabajar en masa en una construcción de una carretera recibe un sello en la cara como prueba de su asistencia. “Tal práctica de deshumanización me recordó el hecho de tatuar números en el oído de los animales,” escribe Rizal. Luego, sigue explicando la composición de la población-Ngalongs Bhutaneses (el grupo dirigente que vive principalmente en el norte), Sharchhokpas (los habitantes budistas de la región del Este y central) y los Lhotshampas (nepalés étnicos que viven en el Bhután del Sur). Él nota la armonía existente, cuando comenta, “Durante siglos, la gente que pertenece a estos grupos ha vivido en la armonía comunal, religiosa y étnica perfecta.”
Pero la armonía, en la visión retrospectiva, comenzó a deshacerse a finales de los años 1970 cuando el rey recién entronizado Jigme Singye Wangchuk decretó varias leyes para la privación de los derechos civiles de los Lhotshampas quiénes entonces representaban a un tercio de la población del país. La así llamada politica “Una Nación, Un Pueblo” , una campaña anacrónica en un país caracterizado por un mosaico de culturas, religión y pertenencia étnica, despojó a muchos nepaleses étnicos de la ciudadanía bhutanesa y redujo sus derechos básicos. Esto engendró una serie de protestas a finales de los años 1980 y a principios de los años 1990 en el Bhután del Sur, al fin causando el éxodo de masas del Lhotshampas. En primer lugar, llegaron a Bengal del Oeste y Assam, en India, y se quedaron allí por un par de años. Pero las administraciones municipales en aquellos estados indios, en una demostración descarada de complicidad con los jefes bhutaneses, cargaron a los refugiados en camiones y les enviaron a Kakkarbhitta, un punto de entrada en la frontera de Indo-Nepal. Cuando las multitudes de refugiados comenzaron a desbordarse en Jhapa, (algunos de ellos tomando refugio provisional en las riberas del Río Mai), el gobierno de Nepal invitó a la UNHCR a intervenir. Desde 1991, aproximadamente cien mil refugiados (víctimas de lo que el erudito británico Michael Hutt llama “uno de los conflictos étnicos menos conocidos en el mundo”) ahora languidecen en siete campamentos de refugiados en el sudeste del Nepal…
Durante este período tumultuoso, Rizal recibió varias designaciones prominentes de parte del rey: era miembro de la Comisión de Servicio Civil Real, el Concejal Consultivo Real, Miembro del Gabinete y Coordinador de la Oficina de Investigación a escala nacional. Bajo la última designación, le dieron el encargo de la investigación de la corrupción que había cundido mucho en el Buthán en aquel tiempo.Pero este trabajo le costó mucho, después de que presentó su informe en el cual reveló la participación de miembros reales y funcionarios influyentes en la corrupción. Después de una detención de una semana, huyó del Bhután a principios de 1989. Pero el 16 de noviembre de 1989, fue detenido en su piso en Birtamode, Jhapa, donde pasaba su vida en el exilio. Fue detenido junto con los dos líderes juveniles bhutaneses Jogen Gazmere y Sushil Pokharel y dado a las autoridades bhutanesas. Esto ocurrió bajo los auspicios del régimen Panchayat autocrático del Nepal, que estuvo a punto de caer.
El libro nos conduce dentro de las prisiones bhutanesas mal manejadas y decrépitas, donde Rizal es sometido a una persecución inhumana. “Cuando estoy en el suelo con mi cara cubierta con la manta, era como si yo estuviera en una condición comatosa. Yo no era capaz de tener la noción del tiempo, tampoco era capaz de hacer cualquier movimiento,” recuerda Rizal. El autor cita a Jawaharlal Nehru, primer ministro indio, que describió el aislamiento en Allahabad, India: “es la matanza del espíritu por la lenta vivisección del alma.” Parece que el título del libro está sacado de estas líneas.
A veces, el libro se lee como una novela. Las descripciones son vivas, lo que me hizo preguntarme como el escritor, sin cualquier toma de notas, era capaz de recordar todos los detalles. Además afirma que 40 nepaleses étnicos de Bhután del Sur fueron detenidos después de que sus interrogadores pudieran sonsacar a Rizal la información usando el control mental.
La narrativa bien construida se concentra sobre el modo en que los presos son tratados en la cárcel del reino. En la cárcel de Rabuna en el distrito Wangdi, dice que tuvo que luchar con sus manos por un hueco en el cuarto para poder conseguir el plato de la comida en el otro lado. Y esto lo tuvo que hacer con sus manos y piernas encadenadas. Tuvo que usar otros miembros del cuerpo: “cada vez que yo tenía sed, encendí la canilla acuática y cerraba con mis dientes. La posición de la canilla al lado de los servicios conviertó esto en una práctica nada envidiable.”
La comida no era solamente perjudicial para la salud sino también fue adulterada con clavos, piezas de cristal, espinas e insectos muertos. Aquí también, según él, el dispositivo de control mental que fue aplicado en él en la capital Thimpu, agravó el daño. Para exacerbar más el problema, tenía a todas horas del día el cañon de un fusil dirigido hacia él.Una vez, las autoridades carcelarias permitieron que comiera su comida sólo después de fumar 40 cigarrillos. “Esto era la peor clase de tortura que soporté durante mi encarcelamiento en Rabuna,” escribe él. Luego fue trasladado a Dradulmakhang donde durante el Día Nacional del Bhután (el 17 de diciembre de 1997) comenzó su huelga de hambre. Después de la presión de organizaciones de derechos humanos internacionales incluso Amnistía Internacional, fue liberado el 17 de diciembre de 1999.
Pero sus ordalías no cesaron. Afirma que los efectos de las técnicas de tortura y de los dispositivos persisten en su vida y siguen manifestándose en su salud cuando vive en Katmandú o viaja al extranjero.
No hay ningún modo de verificar las reclamaciones de Rizal, ya que el gobierno bhutanés que considera los refugiados como ” inmigrantes ilegales” seguramente las calificará como otra tentativa de deslustrar el reino.Pero tampoco podemos llamarlas completamente falsas cuando el relato viene de un líder de la estatura de Rizal. Con el anexo titulado “sugerencias de lecturas” está claro que el autor haya investigado mucho sobre el empleo de dispositivos electrónicos para controlar la mente de alguien. El epílogo dice: ” Las agencias internacionales deben verificar las reclamaciones importantes del gobierno del Buthán por separado, para saber si se trata de “Verdadera Felicidad Nacional ” o de “Verdadero Sufrimiento Nacional “. De hecho, los casos de graves violaciones de derechos humanos como los documentados por Rizal en su libro echan sombra sobre la así llamada Shangri-La .
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