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TESTIMONIO DE DAVID JAMES FRATUS. ¿ LA REPRESION POR EL CONTROL REMOTO ELECTRONICO DEL CEREBRO?

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Testimonio de David James Fratus.
Traducido del inglés al español por Rudy Andria.
Víctima de control mental, David James Fratus describe su pesadilla que dura desde hace más de veinte años: él es objeto de un seguimiento neuronal a distancia.
¿La represión por el control remoto electrónico del cerebro?
Publicado el 18 de octubre 1988 en USENET.
Muy señor mío:
me veo envuelto actualmente en una crisis de naturaleza rara que, creo, recibirá la mayor atención de su parte, a condición de que Usted pueda encontrar creíble lo que cuento y de que yo no sea rechazado sumariamente como uno iluminado con fantasías excéntricas. Estoy sometido a un cierto tipo de represión vía un control electrónico del cerebro a distancia . En términos de gravedad, nada menos que pura y vera tortura, y la tecnología utilizada para ejecutar esta inconcebible acción no sólo es altamente especializada y sofisticada, sino que hace que me pregunte si las autoridades competentes mismas se dan cuenta de que tal dispositivo puede existir. Las referencias que puedo presentar en cuanto a la veracidad de estas alegaciones son escasas incluso inexistentes. Estoy bajo una luz desfavorable para comenzar, porque soy un detenido de 38 años que purga una pena de uno a quince años, en la prisión estatal de Utah, por robo con fractura de segundo grado. La información presentada aquí es continuación de graves problemas que tuve con unos funcionarios penitenciarios a quienes nada les gustaría más que hacer creer que mis palabras no merecen ninguna credibilidad. Ellos, de hecho, llegaron a asegurar que tal era efectivamente el caso, y ahora Usted comprenderá por qué. Nunca he sufrido trastornos psicológicos de cualquier tipo, y no tengo ninguna tendencia a contar historias, para molestar a los responsables sobrecargados de trabajo o causar molestias innecesarias. Soy un preso condenado por robo, pero no soy un mentiroso. Es una historia difícil de contar – y aunque el testimonio se presenta un tanto prolijo, me parece importante explicar estos hechos en su totalidad, para darle al lector una imagen adecuada. Aunque yo tenga poca cultura, creo que soy lo suficientemente inteligente para ser capaz de decir las secuencias y los detalles de los incidentes con gran precisión, y puedo jurarle que lo que está escrito en estas páginas es sin aderezos y todo es ciento por ciento auténtico. Por favor tenga la amabilidad de leer y evaluar mi carta. Espero así que Usted juzgue oportuno enviarme toda la información pertinente en su posesión. Si resulta que Usted no puede dar explicaciones a los acontecimientos, en este caso me temo que hay cosas aún más inapropiadas de lo que yo sospechaba, y que agravan aún más la precariedad de mi situación. Hace once meses, por desgracia tuve problemas con el personal de la cárcel, a raíz de un altercado menor con otros presos, que entonces se consideraba una mala actitud de mi parte. Desde entonces todo eso se ha convertido en una lucha de influencias, y lo que hicieron después de mi negativa a someterme a ellos o a hacerles corvetas es incomprensible. Las hostilidades comenzaron con las órdenes dadas a los guardias para poner en marcha una intensa campaña de acoso contra mí. Día tras día, manipularon mis comidas, rompieron o quitaron elementos de mi bandeja, y me amenazaron con envenenarme con agentes carcinógenos o con producirme enfermedades. Mi correo recibió un trato similar, yo era constantemente acosado verbal y físicamente. Me anunciaron que mis padres serían asesinados, en caso de que yo no me callara. Estos métodos se utilizaron para hacerme perder la compostura, dándoles una razón para imponerme medidas disciplinarias y aislarme en la unidad de máxima seguridad, donde podrían someterme a sus tratamientos, sin tener que preocuparse por testigos. Después, descubrí que estos tipos de maquinaciones eran un modo de operar normalizado en esta prisión y, créanme, nadie podría sufrir el acoso sistemático e intenso que sufrí, sin perder la calma. Una vez aislado, descubrí que unas cosas muy extrañas habían comenzado a manifestarse. Me encontraba desorientado, en la medida en que mi celda y sus accesos iban adquiriendo un aspecto surrealista, como si yo estuviera bajo la influencia de una droga alucinógena. Fui presa de dolores de cabeza graves y de insomnio durante semanas enteras. No tenía ni idea de lo que estaba pasando y al cabo de algunos meses de juegos psicológicos fantásticamente jugados con mi mente, que acabaron por hacerme zozobrar en un estado de ansiedad, el equipo psiquiátrico fue llamado para desempeñar su papel en esta “maquinación” colosal y fui declarado enfermo mental, después de una entrevista grotesca y superficial, que ni siquiera habia durado quince minutos. Delirio de persecución y de paranoïa era, me parece, la etiqueta que me habían pegado, ya que así les convenía. Era obviamente una estratagema, deliberada y preparada de antemano, durante la cual el personal nunca dejó de hacer comentarios de acoso, por ejemplo “¿Cómo son los dolores de cabeza?”, “Necesita una aspirina?” y ”Duerme bien, señor Fratus?“ El uso de esta clasificación psiquiátrica fraudulenta era simplemente otro clavo en mi ataúd , concebida como un medio de arrojar sospechas sobre mi credibilidad, y permitir que me mantengan en aislamiento. Ahora que lo que necesitaban está  en marcha de manera satisfactoria, podrían continuar con su campaña de terrorismo mental. Comencé a recibir u oír ruidos de alta frecuencia en mis oidos como cuando se ajusta la pantalla en un televisor. El volumen o la intensidad de estas frecuencias era ajustable y algunos eran tan elevados y penetrantes que me hicieron literalmente subir por las paredes. Cuando me tapaba los oidos con algodón o con la punta de los dedos, los sonidos persistían en el interior y se intensificaban. Era como si se hubieran convertido en cámaras de eco electrificadas con los sonidos al revés. Cuando me quejé o cuando quise actuar, me pegaron y me echaron en una celda para registros corporales, sin traje, sin colchón, sin papel higiénico ni agua potable. ¡Nada! y la intensidad de estas transmisiones de frecuencia iba creciendo a niveles enloquecedores. ¡Un desamparo mental increíble ! todavia ahora me esta siendo infligido todo esto a traves de tres equipos que se turnan, 24 horas al día. Estas torturas mentales desmoralizantes añadidas a la privación de sueño semanas tras semanas me asolaron y me quebrantaron la salud. Me lanzé a escribirles cartas de queja y de preguntas a varias asociaciones médicas y jurídicas, después de los cuatro primeros meses. Resultó inútil quejarse ante la administración penitenciaria y ante el Estado, porque ellos estaban al tanto de este tratamiento y no hicieron nada más que utilizar mis quejas como un medio de ridiculizarme y de exasperarme más. Hicieron falta más de 50 cartas, antes de que yo obtuviera finalmente informaciones que me dieran un indicio en cuanto al tipo de infierno en el que me encontraba. La mayoría de la gente, al parecer, es poco propensa a ofrecer ayuda a una persona declarada culpable, independientemente de la gravedad de la situación, y la mayoría de mis cartas se quedaron sin respuesta. Ignoro si esas cartas fueron enviadas efectivamente, pero se sabe que los responsables penitenciarios suelen extraviar el correo de los detenidos y trataron ciertamente de poner obstáculo a mi búsqueda de información y de apoyo en este asunto. Me suscribí a “US News and World Report” que recientemente publicó un artículo sobre el funcionamiento de la mente humana. No recibí este número en concreto de “US News and World Report” y me volví desconfiado, después de haber oído a los guardias hacer comentarios como, “que me lleve el diablo si le doy esto a él “. Es por eso que le pedí a mi padre, que reside en New Hampshire que me enviara el artículo que contiene los nombres de varios científicos especialistas del cerebro así como los nombres de sus universidades respectivas. La administración penitenciaria, evidentemente, no desea que les cuente mi situación carcelaria a los investigadores, pero esto es justamente lo que tengo la intención de hacer. Para volver a las cartas que había escrito para pedir informaciones, fui más bien afortunado por la buena razón de que la gente de la “Coalición para el Boletín de los Derechos de los Presos”, establecida en Santa Fe, en el Nuevo México, se preocupó por mi penosa situación y hizo algunas búsquedas. Lo que tuvo como resultado que me enviaran la reimpresión de tres artículos referidos a las armas de radiofrecuencia, a las radiaciones electromagnéticas, y a las armas electromagnéticas no-ionizantes, que habian sido publicados por US News, The Nation y The Atlantic, en marzo de 1987. Recibí estas informaciones el 22 de septiembre de 1988 y gracias a estas personas tan amables y tan concienzudas, tengo ahora una idea cierta del modo en el que sufro tales ataques y más importante todavía, sé que tal tecnología existe en la realidad. Estos artículos cubren la mayor parte de las enfermedades mentales y físicas que conocí durante los once últimos meses, con una excepción importante. Tendré muy seguramente la posibilidad de utilizar estas informaciones para tener un conocimiento más profundo de los acontecimientos y para apaciguar las hostilidades actuales contra mí. Usted no puede imaginar a qué se parece ser confinado en una celda 24 horas al día, desde hace casi un año ahora y lo que significa que te rompan el cerebro por impulsos a alta frecuencia. Ninguna tregua, ningún lugar para esconderse y ni la menor noción de lo que ocurre. Todos estos tres artículos, el del US News en particular, describen las consecuencias desastrosas provocadas por la sobrexposición a las varias irradiaciones y frecuencias así como los riesgos que esto implica. Ahora estoy más inquieto respecto al modo en el que los once meses de una aplicación constante de uno o otro de estos dispositivos podrían influir en la química de mis células y en mis órganos vitales. Alboroté el avispero, lo sé, pero lo que he dicho hasta ahora es sólo la calma antes de la tempestad y es completamente corriente, en comparación con lo que viene después. Aunque viví con este fenómeno increíble durante meses, aunque me acostumbré un poco a lo que pasa, así como al hecho de resignarme a la fatalidad de no poder escapar de estos suplicios, mientras persistieran en infligírmelos, sin embargo, a pesar de todo esto, todavía me resulta muy dificil creer que esto sea de veras real. Pedirle a una persona del exterior que acepte mis alegaciones va a ser una cosa completamente distinta, y es exactamente sobre eso que la administración penitenciaria tiene la intención de apoyarse. En el momento culminante de esta serie de acontecimientos extraños, comencé a oír voces en mis oidos. Voces que modifican el volumen y el timbre, en contraste con la voz fuerte y chirriante de los dibujos animados y descendentes por las octavas, incluyendo todo, a partir del siniestro Darth Vadorish hasta los personajes esencialmente normales. La recepción de estas voces en mis oidos internos es tan vívida como si la escuchara por cascos estereofónicos. Pueden mezclarlas, reagruparlas y fundirlas en contacto con las tonalidades de frecuencia, creando así una cacofonía audio ruidosa y discordante, que desmoraliza el alma….. Los distintos efectos de este dispositivo van aumentado de modo progresivo, en el curso de este asalto de once meses, para llegar finalmente al resultado final, a su plena potencia: mi cerebro ahora es controlado por una máquina automatizada omnipotente para la lectura del pensamiento. Esta gente puso a punto o adquirió una unidad especializada que lee absolutamente todo, las funciones tan bien físicas como mentales. Son capaces de provocar deficiencias y disfunciones graves, por medio de este dispositivo de barrido telemático. No tengo ninguna memoria de haber sufrido nada físico, sino que todo ha sido concebido, de un modo o de otro, para dirigírme, hasta que tuvieran acceso a la comprensión inmediata e infaliblemente precisa de mis pensamientos hasta más fragmentados y efímeros. Aplican la modificación del comportamiento y el control mental radical por medio de una vigilancia, sin tregua, día y noche, de mi cerebro, imponiéndome todas las formas existentes de castigo, tan pronto como mi pensamiento o mis acciones físicas no se conforman a que me exijen. Concepto interesante, ¿verdad? El Gran Hermano y la Policía del Pensamiento ciertamente se hicieron una realidad. Este régimen de privación de sueño, de dolores de cabeza y de suplicios audio es implacable. Es utilizado para vencer mi resistencia y conducirme a la depresión mental, lo que no permite ninguna intimidad mental. Me reprenden y atacan mi espíritu con una perorata de insinuaciones insidiosas y de amenazas repugnantes. Penetran en mi subconsciente o en mi reserva de memorias, haciendo emerger memorias desagradables ya olvidadas hace mucho tiempo. Sufro castigo, tanto por mis indiscreciones pasadas como por mis indiscreciones actuales. Tan pronto como me pongo a pensar en un elemento del pasado, una situación o un amigo de hace treinta años por ejemplo, inmediatamente unas voces vienen abastecerme de nombres y de detalles específicos. Comprobé esto repetidas veces e intenté engañarlos sobre este punto. ¡ Trabajos en vano! Gracias a este execrable y nefasta invención, acceden más fácilmente que yo a todo lo que hay en mi propia cabeza. Puedo dialogar con mis adversarios simplemente pensando en lo que quiero decir y luego, es simplemente  “bienvenidos a Twilight Zone, la Zona Crepuscular!” ¿ Cómo demonios sucede esto ? Se sirven de estos impulsos de frecuencia para perpetrar sus sevicias crueles sobre mi persona. Tan facilmente como se manipula un teclado, ellos, con un clic rápido sobre el interruptor, pueden despojarme de toda mi energía y de mi motivación. Así me forzaron a extenderme en mi litera y a mirar fijamente a la pared como un autómata. Fui dejado en este estado durante semanas seguidas. Fui literalmente encadenado a mi cama sin el empleo real de restricciones físicas, no teniendo la energía de dar vueltas y revueltas en mi celda, ni siquiera pocas veces. Durante la casi totalidad de los once meses me vi continuamente bajo de moral y deprimido. Los efectos de este dispositivo fueron cancelados muchas veces, devolviéndome instantanéamente a mi estado normal . Pero esto sólo implicó oir otra vez las voces con risas e insultos, reduciéndome al antiguo estado de confusión, de miseria y de desanimo … Los guardias en broma se refieren al más poderoso de estos impulsos de frecuencia como “el Rayo de la Muerte”. Esto es tan potente que causa la intensa sensación fisica de tener un campo de fuerza eléctrica o magnética combinada con un diapasón que vibra en mi cabeza. Se apunta a las varias partes de mi cerebro causando varias reacciones mentales y físicas. A veces puedo sentir este impulso en la base de mi cerebro en el lugar mismo donde este se une con la médula espinal. En otras veces se hace mayor en los lóbulos frontales, y es, de hecho, comparable a una lobotomia. Esto hace que mi cerebro se cierre y funcione mal. Así pues, no puedo concentrarme ni siquiera deletrear palabras simples. Esto en realidad enturbia mi vista y ensucia el aire que expulso de mis pulmones, dándole un sabor metálico y un olor sulfúrico. Esto, puedo decirle, es algo espantoso. Ellos, de vez en cuando, me atacaron con este “Rayo de la muerte” en explosiones que duraban desde segundos hasta minutos, haciéndome psicológicamente saltar arriba y abajo como un yoyo humano. Las lobotomias pueden haber sido proscritas en los EE.UU., pero ellos por cierto han encontrado el reemplazo perfecto, y no veo como este maltrato puede ser interpretado como algo distinto de la tortura. Es inconcebible para mí que la tecnología de este dispositivo imponente pueda ser única y solamente poseída por el Estado de Utah, pero puedo muy bien equivocarme. Cuando entré por primera vez en la cárcel en mayo de 1986, uno de los psicólogos que condujo mi entrevista de clasificación inicial preguntaba si alguna vez yo había oído “voces”. Parece que esa es la palabra-clave por aquí. Esta pregunta fue planteada casi un año antes de que algunos artículos fueran publicados por “US News” y otros periódicos. Es algo que parece improbable, visto que la capacidad del aparato al que me refiero es mas sofisticada e va mucho más allá de lo que los científicos al parecer podian imaginar que estaba en uso en aquel momento. Yo, desde luego, no dí ninguna importancia al asunto de las voces en aquel tiempo, pero lo recuerdo bien. Desde entonces he oído muchas referencias a personas que oyen “voces” tanto por prisoneros como por miembros del personal, que indicaría que estas personas estaban en posesión de esta tecnología por lo menos ya en esa época y probabilmente la utilizaban. Es lo que me incita a preguntarme cómo habían llegado a poner en funcionamiento un equipo tan innovador y que funciona con una perfección técnica que salta a la vista, sin que la comunidad científica y médica en general estea al tanto de eso. ¡ Un verdadero rompecabezas! En interés de mi salud mental y para apoyar la veracidad de mis alegaciones, produzco ahora una parte de una conversación que recientemente tuve con una persona pagada por la administración penitenciaria, pero que también es consejero parajurudico independiente y neutro. Declaró que había recibido quejas semejantes de otros detenidos, pero que no se podía hacer nada por falta de pruebas. Dijo que un detenido en particular había sido puesto bajo medicación obligatoria, porque pretendía oír voces. Y a menos que me equivoque, creo bien que sus palabras contienen una advertencia oficiosa a mi atención. Por lo menos dos detenidos a los que conozco, han sido acosados tanto, en el marco de estas torturas mentales, que lograron cometer una tentativa de suicidio. Todo el personal, así como un cierto número de detenidos son conscientes de lo que pasa.¡Cómo apesta aquí! ¡ Así no consigo comprender cómo esto puede subsistir, perdurar y, hasta a esta hora en que hablo, cómo esto todavía puede ser un secreto bien guardado, sabiendo cómo es la naturaleza humana ! En su inmensa mayoría, creo que otros detenidos bien advertidos son a la vez intimidados y amedrentados, por temor de represalias en forma de tortura mental idéntica a la que sufrí, en caso de que pensaran denunciar. Se emplea también amenazas de prolongación de la pena por el Consejo de Libertad Condicional para forzar a un individuo al silencio. Los responsables penitenciarios niegan toda participación en tales actividades, cuando se trata de responder a una encuesta oficial y formal, pero en su rostro se dibujará una gran sonrisa y admitirán con un aire presumido que son totalmente conscientes de eso, desde el momento en que ningún testigo está presente. Dicen: “Sí, le hacemos esto, pero nadie lo cree, y usted no puede hacer nada para disuadirnos y desanimarnosl.” Esa es la actitud que muestran y se involucran en una conspiración hecha de experimentaciones y de explotaciones de los detenidos que desafía toda descripción. A las autoridades exteriores que habían encontrado un pretexto para estudiar mis acusaciones llegaron hasta decirles que yo era un promotor inveterado de disturbios con antecedentes de problemas psicológicos. De hecho, esto dificulta mis tentativas de hacer efectuar un estudio profundo de esta situación. ¿ Quién puede refutar la palabra de mis honorables guardianes respetuosos de las leyes? ¿ Cómo verificar la honradez de mis acusaciones y hacer presión sobre los responsables de las investigaciones? ¿ que prueba concreta tengo? Incluso un grupo de presos que alegará hechos similares no escapará al escepticismo de la administración.Los responsables penitenciarios les acusarán simplemente de connivencia. He sido de modo deliberado aislado de los detenidos que desearían corroborar mi testimonio. Además, los organismos como el A.C.L.U ., por falta de prueba motivada y debido a la absurdidad de este espectáculo de horror, vacilan en invertir el tiempo y el esfuerzo necesarios para investigar y saber lo que realmente pasa en casa de estos inquisidores mormones piadosos. Los he visto en acción. Poseen una delicadeza excepcional en su capacidad de ocultar la verdadera naturaleza de los asuntos y de engañar a los forasteros con su rectitud y honradez de fariseos . Han sido once meses de engaño por funcionarios de la prisión, once meses de hostigamiento interminable y complicado y juegos de mente viciosos. Claro que me gustaría saber que provocación hice exactamente para justificar la imposición de tal maltrato insano. No hay ni rima ni razón o justificación legal o moral para nada de eso. Ellos estan tan satisfechos y seguros en la creencia de que no pueden ser obligados a confesar abiertamente estos actos ilegales, debido a sus métodos bien ensayados de negación oficial, al aislamiento y la ausencia de testigos, a falsas evaluaciones psiquiátricas, y desde luego, porque esta tortura mental está siendo lograda por una máquina anónima. Esta máquina es manejada por antagonistas anónimos desde un lugar desconocido y a distancia. Oí por casualidad a un guardia alardear que las tácticas que ellos han empleado han sido tan extensas que nadie me creería de todos modos. Yo era un mocoso de las Fuerzas Aéreas, nacido en New Foundland y yo era tan obstinado como una mula de Missouri. Supongo que yo podría capitular y tarde o temprano conseguir que estas personas desistieran y pusieran fin a esta guerra mental, pero me niego con vehemencia y objeto a esta invasión flagrante de la santidad o  inviolabilidad de mi mente. Yo me condenaria si me quedara aquí sentado y les permitiera que se fuesen sin que se les opusiese resistencia en este programa de manipulación de mi cerebro y mi personalidad, como si yo fuera un animal experimental de laboratorio. El juez me condenó a un número preciso de años para expiar mi crimen. No dijo una palabra sobre los castigos corporales o mentales, las torturas y el abuso cuando pronunció el veredicto. Ahora está bastante claro por qué llegaron a tales extremos para decidir mi aislamiento y echar sobre mi el descrédito. Debo sacudir la cabeza con una consternación incrédula, cuando pienso en la desproporción vergonzosa de la situación en qué he sido manipulado. Recientemente firmé un formulario de liberación y, por medio del parajurista que ya mencioné, obtuve copias parciales de mis dos expedientes de la administración penitenciaria y médica. Me negaron el acceso al conjunto de estos documentos y me dijeron que tendria que solicitar una orden del tribunal, si quería ver lo que había sido retenido. Lo que vi, sin embargo, fue suficiente para convencerme que yo estaba en relación con gente muy poca escrupulosa que no retrocederá delante de nada, para proteger su conspiración. Las notas cronológicas que obraban en estos ficheros contenían una masa de mentiras deformes y descaradas sobre una supuesta conversación que tuve con el personal de atencion psicológica y de correccional. Esta superchería ha sido expresamente tejida en conjunto por los diferentes actores para atentar contra mi credibilidad y hacerme ver inestable. Había, en efecto, una mención de la obtención de una recomendación de un tribunal para obligarme a seguir un tratamiento médico (Prolixin?). Es tristemente difícil de creer que esta clase de falta de humanidad atroz es todavía practicada en este país, en nuestra época. También difícil de comprender es el hecho de que todos los funcionarios del estado a los que informé sobre la situación, entre ellos el gobernador, el fiscal del Tribunal Supremo, el Senado del Estado, el fiscal del condado, y el Departamento de las Correcciones del personal, hubieran decidido ignorar la situación y echar a humo de pajas a mis alegaciones, aunque hay un fuerte indicio de juego sucio y desleal y numerosas quejas individuales presentadas por los detenidos en esta institución. Llegué hasta desafiar al Director de la Prisión, Gerald Cook y Gary Deland, Director Ejecutivo del Departamento de los Servicios Correccionales, en una apuesta de 1500,00 dólares al final de una prueba poligráfica entre la administración penitenciaria y yo, con el fin de determinar quién dice la verdad. Declinaron mi invitación, por supuesto, y he sido amenazado de medidas disciplinarias eventuales por haber propuesto un juego clandestino. Es un estado Mormón y hay actualmente una conspiración profundamente arraigada que aparentemente abarca una gran parte si no todos los miembros de la estructura gubernamental. ¿No se puede hacer nada? Puede muy bien revelarse imposible intentar una acción en justicia contra esta gente por lo que me hicieron, pero estoy bien decidido a proseguir con mi búsqueda de informaciones y trataré de exponer esta corrupción demoniaca por lo que es. Creo firmemente que tarde o temprano toda la verdad saldrá a la luz. Sempre serían altamente apreciados todos comentarios y sugerencias que usted pueda dar acerca de este asunto, sea informaciones o nombres de autoridades responsables ante las cuales yo podría conseguir ayuda, o transmitirle esta carta a alguien que pueda poner en marcha una investigación y posiblemente actuar para evitar otras represalias por esos individuos. Esta carta ha sido escrita en toda buena fe y espero sinceramente que usted la trate como tal. Para concluir, puedo pedirle que tenga la extrema cortesía de acusar recibo de mi correo.
Cordialmente
David James Fratus
17886 Box 250
Draper, Utah 84020
_____________________________________________
NOTA:
David nos dejo’ en 2004.
Descansa en paz, compañero, en la paz que no te dio’ esta tierra. Que brille para ti la luz perpetua.
Rudy.
Para acceder a la versión original en inglés. http://forum.prisonplanet.com/index.php?action=printpage;topic=78376.0

Written by rudy2

May 30, 2011 at 21:11

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